miércoles, abril 02, 2014

LINCHAMIENTO: ¿Qué hubiera hecho Jesús?

LINCHAMIENTO:
¿Qué hubiera hecho Jesús?

Por Elizabeth Vega *

¿Es tan propia esa mano que “ajusticia”? ¿Cuántos la animaron a caer con pies y todo en la cara, en el cuerpo, en el alma del desgraciado que arrebató (o estaba acusado de) la propiedad tan sagrada, la cartera más sagrada que la vida -para muchos esto es pura evidencia-: los medios de in- comunicación, las publicaciones en las redes como éstas…..; el discurso del miedo en esta gran “escuela del mundo al revés” que tan feliz y realizada debió sentirse en cada golpe. El mero hecho de debatir acerca de si está bien o mal dictar sentencia y matar a golpes implica el desdibujamiento de la certeza de que somos en sociedad, muestra que los lazos sociales son más virtuales que reales o que son meramente los heredados de tanto neoliberalismo en dictaduras y democracias (débiles, falsos, inexistentes). Por mayoría, la mirada de clase es la que nos muestra cómo debemos mirar y entender la realidad: ¿qué dirían si ahí mismo, en lugar del cuerpo flaco del joven sospechado de arrebatar una cartera, estuviera tirado algún expresidente -de facto o ampliamente elegido- probadamente culpable de tantos tipos de miserias creadas por decisiones políticas y económicas; o un Ministro que “ministraba” a todo un pueblo con un oído en los intereses de los poderes mezquinos de adentro y de afuera y otro en sus propias cuentas; arrebatadores de presentes y futuros mejores o menos peores? Seguramente no les parecería a quienes hoy aplauden un espectáculo digno de volver a ver y volver a ver y volver a ver. 

La degradación, la medida de la batalla perdida ante la cultura del desencuentro organizado, se puede mirar en los comentarios de medios y redes, algunos de los cuales dejan arrinconada a la figura del mismo Mahatma Ghandi como la de un tímido “hippie” cuya filosofía nació de la debilidad: “tanto lío porque muere un chorro” (chorro= cosa, objeto, no persona-chorro: chorro-delincuente; no persona, no hijo, no amigo, no novio, no nada, “pateable”, desechable, “matable”… ); “la gente está cansada y entonces es justo que haga “justicia”: ¿no es ésta una excusa muy pobre ante un asesinato con alevosía como el cometido?. Y la prueba cabal de lo increíble que resulta el nivel de ausencia de conciencia de clase, o de conciencia histórica, o simplemente de memoria: “la solución es que vuelvan los militares” ¡Llamar al creador para que castigue a su propia creación, cuando ni siquiera se ha terminado de juzgarlo por sus inmensos crímenes, todavía latentes en nuestra sociedad! Se llama al padre de la criatura a que reniegue de su vástago: esa parte del presente que la economía que lo continuó supo alimentar y enquistar en la sociedad. A la dictadura que apuntó traidoramente sus armas hacia el pueblo para aniquilar todo lazo amoroso, todo sueño de un país justo, toda posibilidad de liberación, se la llama a “corregir” sus consecuencias. Es el sumun de la ignorancia que desespera, a tan poco del 24 de marzo y de este 2 de abril en el que sumamos a los treinta mil desaparecidos a los muertos en Malvinas por su avaricia de poder, por la que usaron una causa justa para mandar a morir a tantos hombres; a tan poco de la “semana santa” en la que muchas de esas mismas personas recordarán el vía crucis de Jesús, cuando ellos/as mismos/as se sientan a festejar la agonía de una criatura de Dios. ¿De qué lado estaba Jesús cuando “los David” estaban tirados en la calle? ¿Qué les diría a la buena gente, a la “gente de bien” que arrojaba tan certeramente las piedras? ¿A qué los exhortaría? ¿Qué responsabilidades sociales encargaría revisar?

Quien escribe -respondiendo a la siempre presente chicana que alude a la experiencia personal, sentenciando que quien no vivió un episodio de hurto no puede saber de qué se está hablando- vivió experiencias de este tipo en las que la propiedad privada, las cosas, fueron injustamente quitadas, y no una sola vez. Las heridas emocionales, la vivencia del despojo obligado, el temor, el enojo, la bronca…por supuesto que existen y se hacen carne; pero ¿cuántas cosas suman una vida, como para tomarla a cambio?

Es tan profunda la herida social de estos días, que sólo pueden sanarla la justicia social y legal, contundentes no para amparar el crimen: la mano justa necesaria para acomodarnos de nuevo en el contrato, aún sabiendo que la corrupción en las mismas fuerzas que tienen las armas y las leyes existe - como en todos los rincones del sistema capitalista- ; porque ¡ay de nosotros/as si se transforma el linchamiento en ley consagrada por la costumbre, en práctica cotidiana! Ay de nosotros y nosotras, de esa memoria colectiva que es muy habilidosa tantas veces para olvidar, si olvidamos que eso ya se probó, que de eso ya se sabe demasiado, que sabemos adónde nos conduce ese camino y a quiénes favorece -y a quiénes condena- que caminemos en él. 

En nuestro pueblo, hace poquitos días, doce nenes (sí, doce, como los apóstoles) casi matan a golpes a una gata detrás de la escuela de Nivel Primario a la que asisten: la golpearon, la tironearon, la arrojaron al agua y la dejaron por muerta. Vaya casualidad. Y desde el mundo adulto qué les decimos, si “educamos primero con lo que somos, después con lo que hacemos y por último con lo que decimos”. De qué códigos, de qué leyes, de qué normas de convivencia les hablamos. Por supuesto que los/as docentes habrán sabido qué decir para dejar en claro que no está bien lastimar a otra vida, pero esta acción de los nenes no es casualidad, y nos está comunicando algo, algo que no debemos dejar pasar sin ver lo que muestra de nosotras, las personas adultas que aleccionan diariamente lo bueno y necesario que es vivir en una sociedad organizada, en donde cada ser merece justicia. Si la justicia no funciona, o si es muy lenta, si quienes deberían cuidarnos no nos cuidan…hay que arreglar esa cuestión; no vale tomar cada quien esos roles según sus propios criterios. Así no es el juego, así no somos sociedad sino turba, una simple turba cuya imagen más penosa y vergonzante es la de uno de los “justicieros” del mismo barrio de “gente bien” de Palermo, a quien -según narraba en sus registros un periodista testigo- le chorreaba un hilo de baba de la boca. 

En nuestro pueblo, también, una vieja creencia consistía en aseverar que en Semana Santa todo lo que hagamos al prójimo se lo estamos haciendo directamente a Jesús, sumando nuestras injurias o agravios a los azotes y demás torturas y humillaciones recibidas por Jesús-humano. Ese Jesús que se hizo humano mostrando lo “buenhumanos” que podemos llegar a ser. Casi se olvidó esa creencia, sí, pero ojalá en este tiempo nos dé vueltas su contenido, para ver claro entre tanta confusión sembrada y buscar lo que nos hace mejores, no lo que nos envilece. Sirve tal vez volver a preguntarnos: ¿qué haría Jesús en este caso? Esto que hicieron los asesinos y sus cómplices por apoyo ideológico o estímulo, los de antes y los de ahora, seguramente NO.


* Docente - Referente laica de la Casa de Oración y Reflexión | Los Amores - Santa Fe


Reflexiones - Dimensión de Fe Semanario Oficial de la Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos... (Asociación La Iglesia de Dios) Pensamientos Reflexiones y Noticias que abordan temas actuales desde una perspectiva Teológica y Pastoral. Av. Juan B. Alberdi 5250 (Mataderos), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

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